‘Mi Mejor Maestro’
Fue D. Juan Giner Puig. Lo tuve de maestro durante los
estudios de Bachillerato y la reválida, en la Academia Cervantes de Tavernes de
la Valldigna (Valencia). Entonces estudiabas todo el curso (de octubre a junio)
y te ibas a examinar de todas las asignaturas al Instituto más cercano que,
para nosotros, era el de Játiva. Subíamos al autobús por la mañana camino de
aquel Instituto Luis Vives y después de llegar, nos examinábamos de todas las
asignaturas en un solo día.
Luego vendrían las notas junto a los suspensos, que te hacían
estudiar todo el verano las asignaturas suspendidas. Íbamos acompañados de
algunos profesores de algunas asignaturas y aquello era una fiesta unida al
susto que teníamos por si nos salía mal el examen y nos suspendían.
Al mando de aquel viaje iba el Director de la Academia que
era Mi Mejor Maestro, D. Juan. Y además de Director era profesor de algunas
asignaturas, como Lengua española, Geografía, Matemáticas, etc., entre otras. Y
era el que me enseñó los valores de la dedicación al estudio, a ser educado, a
la ayuda a compañeros que iban más atrasados, a luchar por conseguir mejores notas
y conocimientos para en un futuro estar más preparado para la vida y los
siguientes estudios. Y lo recuerdo hasta cuando pongo un acento en cualquier
palabra porque la ortografía a fondo, en todos los sentidos, me ha servido de
mucho. Esto lo he notado en compañeros de estudios superiores que escribían peor.
Pero a D. Juan Giner lo apreciaba porque era una persona con
muchas tareas a resolver y que me enseñó conscientemente a ser un hombre y
mejor persona, pues además de controlar la Academia, tenía que buscar los profesores
del pueblo que, en esencia, eran amigos suyos (Maestros para la Gramática,
Licenciados en Derecho para Geografía de primeros cursos, Licenciados en
Filosofía y Letras para el latín y el Francés, Farmacéuticos para la Física y
Química, etc.), incluso organizar las matrículas y todas las excursiones de
conocimiento de la geografía de las tres provincias valencianas.
Me educó a tener más capacidades porque siempre recordaré sus 3 asignaturas que eran
las que he mencionado anteriormente. Para mí, lo que más recuerdo son las
clases de matemáticas, que las daba de todos los cursos, que te ayudaba a
formular, las igualdades y desigualdades y matemáticas de un rango superior
como las fórmulas, con las x e y, saber despejar y calcular el valor de las
mismas con dos, tres y más ecuaciones. Era emocionante su implicación en la
clase, que te la transmitía y te explicaba de nuevo si no entendías la manera
de solucionar los problemas. Luego venían las preguntas en clase, las
correcciones de los exámenes, y poco a poco iba sabiendo quienes le iban a
contestar correctamente y los que le fallaban un poco.
Me enseñó a dar clases con emoción, como en las clases de
geografía de 2º, en las que nos enseñaba el mundo global, con todos los ríos,
países, sus nombres y los que habían cambiado el mismo por las guerras y los
países que estaban más atrasados y avanzados.
Sus montañas y sus capitales. Esa emoción que le ponía a la clase creo que hacía
que disfrutáramos de una manera enorme, pues además había diversión haciendo
preguntas para ver quien las acertaba y así aún le servía para que todos
aprendieran al unísono aumentando el nivel medio de toda la clase.
Siendo maestro y habiéndose presentado a varias oposiciones,
estaba muy preparado, eso siempre lo reconoceré. Era una persona seria y recta
y ponía orden cuando hacía falta. E incluso hablaba personalmente con los
padres sobre si su hijo iba mejor o peor para que a más de uno nos dieran un
impulso.
Cuando terminé la Ingeniería Industrial a los 19 años,
estando otra vez en Tavernes, le agradezco que me ofreciera dar clases de
Física y Química para sus 4 alumnas de 4º de Bachiller que creo que aprobaron
todas. Estuve 1 año en la Academia y durante el mismo le di alguna clase a su
mujer pues él se empeñó que ella debía estudiar por lo menos el Bachiller.
Gracias a él y con sus conversaciones, me animó a estudiar más: la carrera de
Empresariales y luego Económicas. Más tarde, todos los veranos nos veíamos y
teníamos charlas muy interesantes ya que vivíamos muy cerca en la playa. Él
había dejado la Academia, ubicada en otro lugar, pues al prosperar los Institutos de Enseñanza
Media, poco a poco fueron desapareciendo las mismas para realizar los estudios
de Bachillerato.
A posteriori, se hizo Agente de la Propiedad Inmobiliaria de
aquella playa y limítrofes de Cullera y Gandía (el título lo dio el Estado a
todos los que ejercían aunque no tuvieran estudios), y llegó a ser el
presidente del Colegio de Agentes de la P.I. de Valencia y hasta me recomendó
que yo también me hiciera Agente, pues veía un potencial muy grande en el
sector. Hice también entonces la oposición de API, la cual no ejercí nunca por
estar trabajando en la Central Nuclear de Cofrentes (entonces ya se necesitaba
una titulación superior para obtener el título de API).
Don Juan cogió los años del boom inmobiliario en España y
pudo comprar alguna vivienda y mantener a la familia. Siempre le recordaré como
un amigo, serio, formal y querido por mucha gente, entre los que me incluyo,
aunque otros no podían ver cómo había desarrollado su vida con mucho esfuerzo y
dedicación, pero podía hacerlo ya que estaba mucho más preparado que otros, la
mayoría agricultores con baja cultura y otras profesiones menos intelectuales
que la suya. La diabetes y luego el párkinson pudieron con él.
Por todo ello tengo el agradecimiento de haber sido su alumno
y la satisfacción de considerarle “Mi mejor maestro”. Siento que ya no esté,
pero tengo que aceptar que las cosas no son eternas, y que solo pueden ser
recordadas.
Juan Ramón Moscad
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