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domingo, 28 de marzo de 2021

ULTIMATUN, la gran orgía reproductora del atún rojo


Por primera vez en la historia de los documentales, hemos filmado la gran orgía reproductora de los gigantes rojos en las oscuras aguas de la noche mediterránea. Cientos de atunes rojos arrojan sus huevas y su esperma en una enorme nube blanca en un lugar secreto descubierto recientemente por los pescadores. En esta carrera contra el tiempo, los científicos sacan adelante las primeras larvas y empiezan a averiguar cuál es realmente el estado de las poblaciones de atunes rojos. Los gigantes nos van a contar su historia en primera persona. ¿Estamos realmente ante un UltimATUN?

sábado, 23 de enero de 2021

Concurso Zenda-Iberdrola: «Mi Mejor Maestro», relato sobre Juan Giner Puig

 

David Estruch Talens (nacido en Tavernes de la Valldigna)(Profesor de Trompa del Conservatorio Profesional de Música “Ángel Barja” de Astorga (León)

‘Mi Mejor Maestro’                                                                      

Fue D. Juan Giner Puig. Lo tuve de maestro durante los estudios de Bachillerato y la reválida, en la Academia Cervantes de Tavernes de la Valldigna (Valencia). Entonces estudiabas todo el curso (de octubre a junio) y te ibas a examinar de todas las asignaturas al Instituto más cercano que, para nosotros, era el de Játiva. Subíamos al autobús por la mañana camino de aquel Instituto Luis Vives y después de llegar, nos examinábamos de todas las asignaturas en un solo día.

Luego vendrían las notas junto a los suspensos, que te hacían estudiar todo el verano las asignaturas suspendidas. Íbamos acompañados de algunos profesores de algunas asignaturas y aquello era una fiesta unida al susto que teníamos por si nos salía mal el examen y nos suspendían.

Al mando de aquel viaje iba el Director de la Academia que era Mi Mejor Maestro, D. Juan. Y además de Director era profesor de algunas asignaturas, como Lengua española, Geografía, Matemáticas, etc., entre otras. Y era el que me enseñó los valores de la dedicación al estudio, a ser educado, a la ayuda a compañeros que iban más atrasados, a luchar por conseguir mejores notas y conocimientos para en un futuro estar más preparado para la vida y los siguientes estudios. Y lo recuerdo hasta cuando pongo un acento en cualquier palabra porque la ortografía a fondo, en todos los sentidos, me ha servido de mucho. Esto lo he notado en compañeros de estudios superiores que escribían peor.

Pero a D. Juan Giner lo apreciaba porque era una persona con muchas tareas a resolver y que me enseñó conscientemente a ser un hombre y mejor persona, pues además de controlar la Academia, tenía que buscar los profesores del pueblo que, en esencia, eran amigos suyos (Maestros para la Gramática, Licenciados en Derecho para Geografía de primeros cursos, Licenciados en Filosofía y Letras para el latín y el Francés, Farmacéuticos para la Física y Química, etc.), incluso organizar las matrículas y todas las excursiones de conocimiento de la geografía de las tres provincias valencianas.

Me educó a tener más capacidades porque  siempre recordaré sus 3 asignaturas que eran las que he mencionado anteriormente. Para mí, lo que más recuerdo son las clases de matemáticas, que las daba de todos los cursos, que te ayudaba a formular, las igualdades y desigualdades y matemáticas de un rango superior como las fórmulas, con las x e y, saber despejar y calcular el valor de las mismas con dos, tres y más ecuaciones. Era emocionante su implicación en la clase, que te la transmitía y te explicaba de nuevo si no entendías la manera de solucionar los problemas. Luego venían las preguntas en clase, las correcciones de los exámenes, y poco a poco iba sabiendo quienes le iban a contestar correctamente y los que le fallaban un poco.

Me enseñó a dar clases con emoción, como en las clases de geografía de 2º, en las que nos enseñaba el mundo global, con todos los ríos, países, sus nombres y los que habían cambiado el mismo por las guerras y los países que estaban más atrasados y  avanzados. Sus montañas y sus capitales. Esa emoción que le ponía a la clase creo que hacía que disfrutáramos de una manera enorme, pues además había diversión haciendo preguntas para ver quien las acertaba y así aún le servía para que todos aprendieran al unísono aumentando el nivel medio de toda la clase.

Siendo maestro y habiéndose presentado a varias oposiciones, estaba muy preparado, eso siempre lo reconoceré. Era una persona seria y recta y ponía orden cuando hacía falta. E incluso hablaba personalmente con los padres sobre si su hijo iba mejor o peor para que a más de uno nos dieran un impulso.

Cuando terminé la Ingeniería Industrial a los 19 años, estando otra vez en Tavernes, le agradezco que me ofreciera dar clases de Física y Química para sus 4 alumnas de 4º de Bachiller que creo que aprobaron todas. Estuve 1 año en la Academia y durante el mismo le di alguna clase a su mujer pues él se empeñó que ella debía estudiar por lo menos el Bachiller. Gracias a él y con sus conversaciones, me animó a estudiar más: la carrera de Empresariales y luego Económicas. Más tarde, todos los veranos nos veíamos y teníamos charlas muy interesantes ya que vivíamos muy cerca en la playa. Él había dejado la Academia, ubicada en otro lugar,  pues al prosperar los Institutos de Enseñanza Media, poco a poco fueron desapareciendo las mismas para realizar los estudios de Bachillerato.

A posteriori, se hizo Agente de la Propiedad Inmobiliaria de aquella playa y limítrofes de Cullera y Gandía (el título lo dio el Estado a todos los que ejercían aunque no tuvieran estudios), y llegó a ser el presidente del Colegio de Agentes de la P.I. de Valencia y hasta me recomendó que yo también me hiciera Agente, pues veía un potencial muy grande en el sector. Hice también entonces la oposición de API, la cual no ejercí nunca por estar trabajando en la Central Nuclear de Cofrentes (entonces ya se necesitaba una titulación superior para obtener el título de API).

Don Juan cogió los años del boom inmobiliario en España y pudo comprar alguna vivienda y mantener a la familia. Siempre le recordaré como un amigo, serio, formal y querido por mucha gente, entre los que me incluyo, aunque otros no podían ver cómo había desarrollado su vida con mucho esfuerzo y dedicación, pero podía hacerlo ya que estaba mucho más preparado que otros, la mayoría agricultores con baja cultura y otras profesiones menos intelectuales que la suya. La diabetes y luego el párkinson pudieron con él.

Por todo ello tengo el agradecimiento de haber sido su alumno y la satisfacción de considerarle “Mi mejor maestro”. Siento que ya no esté, pero tengo que aceptar que las cosas no son eternas, y que solo pueden ser recordadas.

Juan Ramón Moscad